Fluir es hacer las cosas sin interrupciones, sin necesidad de forzar nada, de forma cómoda y natural, con facilidad. Por eso el prestigioso psicólogo americano Mihály Csíkszentmihályi eligió el término fluir, ‘to flow’, para designar el momento en el que estamos tan concentrados en una tarea que nos gusta, pero que es también lo suficientemente exigente para demandar toda nuestra atención, que olvidamos todo lo demás.
Para Csíkszentmihályi, ese estado, que todos hemos vivido alguna vez, es algo muy parecido a la felicidad. Nos olvidamos de nosotros mismos, del tiempo que pasa e incluso podemos olvidarnos de comer simplemente porque estamos tan absortos en nuestra tarea y la estamos disfrutando tanto que todo lo demás se desvanece de nuestra mente.
Cuando hacemos un trabajo que nos gusta y que se adapta a nuestras capacidades, a menudo podemos sentir esa sensación a lo largo de nuestra jornada laboral. También podemos sentirla mientras hacemos ejercicio físico que demande gran concentración, como las artes marciales, la esgrima, el surf, la escalada o el yoga, entre muchos otros, o cuando hacemos algún trabajo manual o artístico, desde hacer un collage a reparar algo (en caso de que sepamos hacerlo, claro).
También los juegos puede llevarnos a veces a esos estado de flow en los que lo único que nos ocupa es el instante presente. Pasar tres horas jugando al Pictionary o montando legos es una experiencia que más de uno hemos vivido.
Si queremos entrenarnos para vivir con más frecuencia esos momentos, debemos darnos la oportunidad de realizar tareas que nos gusten y cuyo nivel de dificultad demande toda nuestra atención, ya sea dentro de nuestra profesión o en nuestro momento de ocio. También es bueno practicar actividades que nos ayuden a desarrollar nuestra capacidad de concentración, como la meditación, el tai-chi o el yoga, puesto que aprender a poner toda nuestra atención en el instante presente es una de las claves para fluir.
