El pasado 23 de junio desde Une lanzamos un seminario online para acompañar a las organizaciones en estos tiempos de incertidumbre. De esa sesión, extraemos una serie de conclusiones sobre las que hemos querido profundizar.
El aprendizaje es el proceso de formar experiencias y aplicarlas al futuro, se vincula con el desarrollo personal, aprendemos más y mejor cuando estamos motivados, y gracias a las estrategias de aprendizaje logramos sacar lo mejor de nosotros mismos. El aprendizaje es un continuum para el ser humano y “la oportunidad de aprender” es uno de los motivos para elegir un puesto de trabajo, ubicándolo como un reto para cualquier compañía en la gestión de talento . Aquí tenéis nuestra reflexión.
Aprender desde la vulnerabilidad
Vivimos tiempos de cambio, y lo cierto es que no es nuevo. Desde la transformación digital iniciada hace más de 20 años se han ido sucediendo transformaciones culturales en el entorno corporativo, y por ende humanas, que han transformado la forma de trabajar. Estos cambios profundos han transformado la manera en que la empresa se relaciona con sus colaboradores y se han visto redefinidos de nuevo por la actual coyuntura provocada por el Covid-19 e implican también una redefinición del liderazgo. Un proceso de aprendizaje continuo para todas y todos.
Los lideres han de ser los catalizadores de la cultura de aprendizaje, desaprendizaje y reaprendizaje en sus equipos, mostrando su vulnerabilidad al aceptar “no sé, tengo que aprender”, “esto es nuevo para mí”. Un líder vulnerable, capaz de mostrar sus debilidades, es un líder honesto y cercano. Esta genuina honestidad permite tejer redes emocionales verdaderas con su equipo y resto de colaboradores y genera el impulso necesario para el éxito.
Bien, ¿y cómo llego ahí? me preguntareis. El proceso de autoconocimiento personal es un gran punto de partida. A lo largo de nuestras experiencias profesionales aprendemos de forma empírica. Nos vamos descubriendo como personas y como profesionales, pero esto no es suficiente, es necesario realizar un trabajo donde analizar y responder a preguntas tan sencillas y, a la vez, tan complejas como estas:
– ¿Quién soy?, ¿cuál es mi propósito? ¿Qué quiero ser en el corto plazo, y en el medio y largo?
– ¿Cuánto de alienado estoy con lo que quiero ser?
– ¿Cuáles son mis preferencias? ¿Mis creencias limitantes?
Un proceso que podemos iniciar solos en forma de reflexión, pero que en algún punto debe estar “mentorizado” para ayudarnos a darnos cuenta de lo evidente, pero también de los puntos ciegos y trazar un plan de desarrollo. Una vez diseñado nuestro mapa podremos convertirnos en el capitán del barco y trazar la mejor ruta para que cada miembro del equipo se embarque en su propio viaje de autoconocimiento y juntos trazar la ruta del equipo, respondiendo a las mismas preguntas individuales para lo colectivo, el equipo.
¿Qué es un plan de desarrollo personal?. Una guía de acción en la que defino mis objetivos de trabajo, las razones por las que quiero conseguirlos, concretar los apoyos y los obstáculos para lograrlos, los recursos con los que cuento. Podríamos simplificarlo con el concepto de plan de negocio. Un plan de desarrollo personal es nuestro propio plan de negocio y crearlo nos garantiza un éxito en la cuenta de resultados profesional y personal.
El propio plan se convierte en un catalizador de nuestro potencial individual, del colectivo y por ende impactando en el de la compañía y el negocio, pero cuando hablamos de aprendizaje y liderazgo es importante tener muy presente dos aspectos fundamentales dentro del proceso de aprendizaje: cultivar la actitud long-life learner o eterno estudiante y crear procesos de innovación internos para de nuevo aplicarlos tanto a nivel individual, como de equipo, pero también impulsándolos a nivel de compañía.
Ya en 1970 Alvin Toffler planteaba la idea de que los “Los analfabetos del siglo XXI no serán aquéllos que no sepan leer y escribir, sino aquéllos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”. Idea más que vigente en el entorno de incertidumbre y de constante cambio en el que vivimos. En muchos programas de escuelas de negocio se enseñan profesiones que aún no existen y de igual forma en las universidades se estudian contenidos que pronto estarán totalmente obsoletos. La tecnología y su curva de crecimiento exponencial no nos deja a nadie indiferentes y nos exige una formación constante. Necesitamos lideres capaces de conectar el talento de personas de forma transversal, rompiendo los esquemas tradicionales, acompañando a los equipos a descubrir sus propios talentos y juntos innovar, crear, generar riqueza humana y de negocio.