«La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano.»
Víctor Hugo
Reírse a carcajadas es, además de muy divertido, una excelente forma de mantener la salud, física y psíquica.
Al reír movilizamos todos los músculos del rostro, oxigenamos los pulmones, mejora la circulación sanguínea y la digestión. Pero, además, la risa activa la segregación de endorfinas, hormonas relacionadas con la sensación de bienestar. Reír es una excelente terapia natural, como lo demuestran los talleres de risoterapia en los que el objetivo es, precisamente, hacer una buena sesión de carcajadas para aprovechar todos los beneficios de la risa.
La risa se puede provocar, tal y como saben los humoristas. Otras veces, sencillamente, se presenta de forma imprevista, ante algo que nos sorprende o cuando logramos ver un ángulo distinto de las cosas. La risa nos conecta con el lado absurdo de la existencia, nos ayuda a poner distancia con lo que nos ocurre y nos da fuerzas para salir adelante.
La risa también nos acerca a los demás, evidentemente cuando nos reímos ‘con’ alguien y no ‘de’ alguien, porque la risa también puede ser cruel cuando la utilizamos para ridiculizar a alguien. Pero cuando la risa es limpia, sin dobleces, y reímos en grupo, sentimos que se crea una especial complicidad con los que nos rodean, se rompen barreras, nos sentimos unidos por la alegría compartida.
Saber reírnos de nosotros mismos –con una risa cariñosa y tierna, no con sarcasmo- nos ayuda también a relativizar los problemas y a encontrar la distancia necesaria para poder resolverlos.
La risa nos regala momentos de alegría y bienestar, aleja el miedo, libera el estrés e incluso nos ayuda a descansar. En definitiva, nos ayuda a vivir mejor.
*Imagen de portada: Audrey Hepburn