Tomar aire, recuperar fuerzas, refrescarnos las ideas, cuidarnos… en una palabra: descansar. Algo fundamental a lo que muchas veces no damos la importancia que merece. En nuestro día a día, a menudo le robamos horas al sueño para hacer todo lo que tenemos planeado y pocas veces nos damos permiso para sencillamente no hacer nada, como si nos sintiéramos culpables por no estar al cien por cien todo el rato.
Sin embargo el descanso en fundamental para sentirnos bien, para tener buena salud e incluso para rendir más después. Todos necesitamos momentos de descanso en los que evadirnos de las preocupaciones y sencillamente disfrutar del instante, ya sea dejando pasar la tarde leyendo en un prado a la sombra de un árbol o haciendo un descenso en kayac por un río, lo importante es hacer una actividad placentera y que hagamos sencillamente porque nos apetezca.
Porque a veces necesitamos descansar físicamente –dormir, comer bien, hacer largas siestas, dar tranquilos paseos- y otras lo que queremos es descansar mentalmente haciendo cosas que nos gusten y nos hagan olvidar la rutina, ya sea escalando montañas, visitando ciudades o viajando a la otra punta del mundo. Porque el descanso también está ligado a la diversión, a hacer las cosas no porque debemos sino sencillamente porque queremos, a ser los únicos dueños de nuestro tiempo.
Y eso es precisamente lo que nos ofrecen las vacaciones. Un montón de días a estrenar en los que podremos dejar que las horas se estiren, vivir de espaldas al reloj y hacer lo que queramos, incluido no hacer nada. Y nada de llenar cada día con un montón de actividades por miedo a desaprovecharlas. Aunque está bien querer hacer cosas, lo último que necesitas en vacaciones es seguir viviendo a golpe de silbato.
Porque descansar pasa precisamente por cambiar la idea de ‘aprovechar’ el tiempo por la de ‘disfrutar’ del tiempo, sin más obligación que la de sentirte bien.
¡Felices vacaciones a todos!